Reseña “Elogio del texto digital”

Elogio del texto digital, obra escrita por José Manuel Lucía Megías, catedrático de Filología Románica de la Universidad Complutense de Madrid, y publicada por la editorial Forcola, intenta acercarnos y hacernos conscientes de lo que conlleva el texto digital desde su nacimiento hasta la actualidad.
Como bien indica el propio paratexto de la obra literaria, “Elogio del texto digital es un perfecto «quitamiedos» para cualquier persona que quiera entender las implicaciones del impacto de Internet en el mundo del libro”.

Se habla sobre los tópicos que la gente suele tener a la hora de acercarse a las nuevas tecnologías y utilizarlas para con la literatura, como puede ser, por ejemplo, “los tópicos que contraponen el placer de la lectura de un libro, el olor de su papel y su tinta, o la frialdad de la lectura electrónica”. Seguramente, querido lector, te habrás encontrado muchas veces con personas que han comentado la ventaja de tocar el libro, olerlo y recorrer cada una de sus páginas no solo con la mirada sino también con las manos. Yo mismo me incluyo entre aquellas personas que disfrutan oliendo las páginas de un libro, y considero que es precioso poder tocarlo y tenerlo físicamente, pero también considero que es posible que este placer personal se deba al paradigma al que estoy expuesto, y el hecho de sentir placer, por ejemplo, por comprar un libro y “poseerlo” igual también indica una gran muestra del consumismo en el que vivimos, puesto que, es muy probable que en esta vida compre muchos más libros de los que pueda leer.

Otra de las cuestiones interesantes y curiosas que también me gustaría comentar es la de que antes el precio de un libro era regulado en relación al número de pliegos de papel utilizados en su impresión, sin dar prácticamente valor alguno al contenido del libro, a su autor o al género al que este pertenecía; actualmente, el precio del libro es regulado por las increíbles ganas de obtener ganancias y cuanto más prestigio tenga un autor, el anhelo de ganar dinero de la editorial irá en un aumento desmesurado. Pero tampoco voy a dramatizar, pues… bien sé que el libro, aparte de ser un emisor de conocimiento, también es, aunque no me guste, un “objeto con el que se puede traficar, comercializar y obtener beneficios”. Los nuevos medios digitales suponen, como muy bien indica el autor en la obra, un peligro o una amenaza para este negocio, cosa que no ocurrió “cuando en el siglo XX diversas tecnologías vinieron a quitarle al libro espacios de difusión y de conocimiento”. 

Personalmente, considero que es posible que el negocio de los libros se vea afectado tal y como está en la actualidad, pero no creo que desaparezca el modo de hacer negocio con los libros tal y como lo conocemos hoy en día, puesto que, aunque se editaran en papel menos libros, seguirían existiendo, al igual que existen los discos de vinilo. Otro de los asuntos que me parece digno de mencionar en el libro, es el momento en el que el autor lanza unas preguntas al lector como por ejemplo “¿Hasta cuando hemos de seguir creyendo en la unidad del texto con el libro impreso, y que, modificado este, conlleva la muerte de aquel?”. De este modo, el autor, en mi opinión, consigue no únicamente ofrecer una información al lector o al usuario interesado, sino que también procura que su lector intente reflexionar sobre lo escrito y ponga en funcionamiento su mente mucho más, cosa que da fruto a reflexiones como la que ahora mismo estoy teniendo. José Manuel Lucía accede también al tema de la “democratización” que hizo posible que el conocimiento fuera universal, pero que a la vez se impusieron nuevos modelos de control. Por ejemplo, el alfabeto griego llevó a cabo como bien se menciona en la obra literaria, un cambio revolucionario, puesto que fue el que incluyó junto a las consonantes fenicias, una serie de vocales, que proceden de la adaptación de la forma de consonantes del alfabeto arameo (ejemplo: alfa, épsilon, ómicron, ypsilon).  
“Desde un principio el alfabeto griego se desarrolla para que la escritura pueda llegar al máximo posible de personas, evitando uno de los escollos más difíciles en la alfabetización de las lenguas semíticas: la necesidad de introducir vocales en el propio proceso de lectura.” 
Es emocionante observar las técnicas de las élites del pasado para que no todo el mundo pudiera acceder al conocimiento. Hoy en día, viviendo ya en plena democratización y en una era en la que el conocimiento es casi universal (menos en los países en los que los sistemas políticos te prohíben hasta mirar mal a un dirigente político y la obligación de reír o llorar cuando sea adecuado) las técnicas de control han avanzado y, diría yo, están en el otro extremo. Umberto Eco habla, por ejemplo, de la hiperinflación informática, que no solo no conduce a la información, ni por supuesto al conocimiento, sino que es una forma actual de censura: 
el exceso de información equivale a ruido. La censura ya no se ejerce por retención o eliminación sino por profusión: para destruir una noticia basta hoy con lanzar otra inmediatamente detrás. Lo que ocurrió durante la Guerra del Golfo es un perfecto ejemplo” (Eco, declaraciones a “Babelia”, Suplemento Cultural de El País, 9-11-1991 
En definitiva, considero que el autor consigue abrir la puerta del pasado y nos hace viajar hasta un interesante recorrido del texto, desde sus orígenes, ofreciendo información detallada, acercándonos al texto visto hoy en día de una manera bastante interesante. Además, nos hace reflexionar sobre ciertos temas de interés y nos ofrece bastante información que nos hace entender mejor el texto y el texto digital, la importancia que tiene y la perspectiva del futuro a la que nosotros mismos nos enfrentaremos.

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